Megasismo en Lima dañaría infraestructura por US$ 85 mil millones

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Megasismo en Lima dañaría infraestructura por US$ 85 mil millones

Quienes hemos nacidos en los años 50 del siglo pasado, conocemos que en el Perú y en la costa del Pacífico de Sudamérica hay una intensa actividad sísmica, pero con los conocimientos de entonces no sabíamos ni la magnitud ni cuándo ocurriría un gran terremoto.

La ciencia sismológica ha desarrollado instrumental de alta tecnología que ahora permite conocer la magnitud de la energía que necesita ser liberada.

Inclusive es posible saber la zona y la profundidad probable de este gran sismo. Lo único que falta conocer es cuándo ocurrirá y por los más de 273 años de silencio sísmico en la costa de Lima, esto será más pronto que tarde.

El 26 de mayo pasado ocurrió un sismo magnitud 8 en Lagunas, Loreto. Tuvo una duración de 127 segundos que causó solo dos víctimas. La razón de los pocos daños fue que la zona de ruptura (foco del sismo) ocurrió a 123 kilómetros de profundidad. Pocos días después, el 31 de mayo hubo un simulacro nacional para un sismo de magnitud 8.5 MW en Lima con una profundidad de 35 kilómetros, que se considera normal para la costa. Se le asignó una duración de 1 minuto (particularmente me parece muy poca duración para la enorme cantidad de energía liberada), que vino acompañado por una masa de agua desplazada de 10 metros de altura y un tiempo para la llegada a la costa de 15 minutos (tsunami).

Un reporte de la agencia de noticias Andina mencionó que, de ocurrir un terremoto de estas características, habrían 41,600 fallecidos, 248,553 heridos y 773,581 damnificados; 66,123 viviendas colapsadas; 131,308 viviendas inhabilitadas y 89,284 viviendas afectadas, siendo las áreas más vulnerables:
San Juan de Lurigancho; Villa El Salvador, Villa María del Triunfo; San Juan de Miraflores; La Molina y el Centro de Lima.

Quiero explicar que un terremoto como el simulado corresponde a una energía equivalente a 5,699 bombas de Hiroshima y/o 84’802,436 toneladas de dinamita (TNT); claro está a 35 km de profundidad dentro de la masa de tierra con onda expansiva viajando hacia la superficie.

¿Existe la posibilidad de que pronto Lima y Callao sufra un sismo de esa magnitud? Sí, ¿cuándo? no lo sabemos.

La Placa de Nazca, que va desde el sur de Chile hasta el Ecuador, es una de las más activas de la Tierra y por consiguiente el sismo grande va a ocurrir y hay que tomar acciones concretas.

Puede ser igual o peor que el ocurrido en Chile en febrero de 2010, con el agravante de que Lima y Callao, nuestros mayores centros poblados, están en la costa. Los efectos van a ser extremos y hay que estar preparados.

Un recuento histórico, según los récords del Servicio Geológico Norteamericano (USA), muestra que en el Perú han ocurrido sismos de esa magnitud.

Uno de grado 9 ocurrió en Arica el 13 de agosto de 1868, cuando aún era territorio peruano. Otros son los vividos en Lima, el 20 de octubre de 1687 con 8.5 grados y el 28 de octubre de 1746 sin datos de la magnitud, pero con efectos devastadores por el famoso tsunami que atacó la costa del Callao.

También uno el 24 de mayo de 1940 en el Callao de 8.2 grados. A partir de esa fecha, seis sismos más ocurrieron en el litoral peruano y que han excedido el grado 8.

Un estudio realizado por la Central para Estudios de Riesgos de la Universidad de Cambridge, por encargo de la Reaseguradora Lloyds de Londres, considera a Lima en el primer lugar entre las 10 ciudades de mayor riesgo sísmico en el mundo, con una probable pérdida material de 36,000 millones de dólares americanos solo por efecto del sismo, sin considerar la ocurrencia de un tsunami, que dada la gran amplitud de nuestra costa incrementa considerablemente la cifra de riesgo en pérdidas de vidas humanas y materiales.

¿Cuán preparados estamos? El conjunto urbanístico de Lima y Callao ocupa el lugar número 22 en el mundo en densidad poblacional, según estadística de Naciones Unidas. Las pérdidas de vidas humanas dependerán también de la hora del día en que ocurra el movimiento sísmico, siendo la más perjudicial en la noche. Por cierto, también preocupa la realidad negativa de tener un 60% de las viviendas de la capital en situación informal de autoconstrucción y que están ubicadas en las áreas más vulnerables de la ciudad.

Con el objetivo de disminuir las pérdidas de vidas humanas es imprescindible instruir a la población para que en los primeros 20 segundos logren salir de sus viviendas hacia la calle o áreas libres, lejos de paredes y techos susceptibles de colapsar. Sin embargo, ello no es suficiente. Los simulacros carecen de dos elementos fundamentales que ocurren durante el sismo. El primero es el pánico y el segundo es el hecho de que el piso se sacude y mueve considerablemente.

¿Qué hacer entonces para disminuir las pérdidas de vidas? No son suficientes los simulacros ni las mochilas ni las recomendaciones generales que la mayoría de la población difícilmente entiende. Una sugerencia más efectiva sería que, así como en un determinado día se visita a la población en sus hogares para efectuar el censo poblacional; otro día, estudiantes del último año de los programas de ingeniería civil, debidamente adiestrados, visiten a los ciudadanos en sus respectivas viviendas, particularmente en las zonas más vulnerables, para que enseñen como protegerse y ponerse a buen recaudo desde que sienten el sismo. Además, ellos pueden identificar la zona menos vulnerable dentro de la vivienda para señalarla con un código de seguridad y sugerir un reforzamiento especial.

Protección y Reforzamiento de Infraestructura

Otro aspecto fundamental es proteger la gran infraestructura de producción y servicios. Es de vital importancia que sigan operando después del megasismo y de sus réplicas. No deben parar los hospitales, cuyos pacientes no podrán abandonar sus camas durante la ocurrencia del sismo, y cuyas instalaciones necesitarán atender a los heridos; los centros educativos, que pueden albergar a población infantil muy vulnerable y que podrá servir como centros de protección y abrigo en caso de un desastre mayor; al igual que estadios, coliseos, iglesias y otros.

Hay que salvaguardar las carreteras que son imprescindibles para la comunicación, auxilio y ayuda inmediata a las comunidades más afectadas; así como puentes, cuya rehabilitación en caso de colapso demora muchísimo; plantas de tratamiento de agua potable como las de Sedapal y Huachipa; redes de agua y reservorios; plantas de generación de energía eléctrica, comunicaciones, puertos, aeropuertos, instalaciones industriales de importancia, refinerías, viaductos en la ciudad, redes de gas, que constituyen sistemas que no pueden colapsar.

El sismo ocurrido en febrero de 2010 en Concepción, Chile, de 8.8 grados de magnitud, originó un daño bruto total por un valor de US$ 30,000 millones que representó el 10% del valor de infraestructura afectada que ascendió a US$ 300,000 millones. La población perjudicada fue del orden de 3’548,000 personas.

Si comparamos los índices de infraestructura per cápita de Chile con los de Perú y que la población de Lima Metropolitana es de 10’580,900 habitantes, el valor de infraestructura de Lima que podría ser afectada por el sismo sería de US$ 849,932 millones y si de allí calculamos el porcentaje estimado del daño bruto total del 10%, similar al de Chile, tendríamos un valor potencial de perjuicio estimado en US$ 84,993 millones.

Para tener una idea de la magnitud de esta cifra es bueno recordar que ella representa aproximadamente nueve veces el total anual de inversiones en obras públicas consideradas en el Presupuesto de la República, 38% del PBI actual del Perú y es casi 1.3 veces el total de las reservas internacionales netas. En síntesis, sería una hecatombe que comprometería no solo a nuestra generación sino también a las futuras. Ciertamente, de inmediato se deben realizar las acciones pertinentes para mitigar y reducir considerablemente estas pérdidas de vidas y de daños materiales.

Reforzamiento

Esto no es un tema de geofísicos o sismólogos, es un trabajo fundamentalmente de ingenieros civiles estructurales con especialización en diseño antisísmico, que puedan revisar las estructuras más críticas para reforzarlas y hacerlas capaces de resistir sismos de esa magnitud. La experiencia señala que inversiones del orden de un 8% a 10% del valor de las instalaciones antes mencionadas y adecuarlas a las normativas sísmicas más recientes pueden lograr duplicar su capacidad sismorresistente.

Para ello, procedimientos inmediatos son los siguientes:

– Que las entidades públicas y privadas que tienen a su cargo la operación y mantenimiento de estas instalaciones dispongan de inmediato la realización de un primer estudio de determinación prioritaria del estado de su vulnerabilidad, concluyendo en una lista de prioridades de mayor a menor importancia relacionadas con su funcionamiento crítico.

– Que respetando esa orden de prioridades se proceda a hacer un acopio de la información existente en cuanto a planos de sus estructuras y que con ellos se proceda a hacer una inspección visual para definir el estado de servicio presente y resistencia de las edificaciones. Esto permitirá detectar fisuras en los elementos de soporte para ver si son estructurales o de otro orden (contracción de fragua que no tendría mucha significación) y luego determinar cuáles de ellas son sospechosas de no reunir las condiciones de seguridad adecuadas.

Proceder a hacer un cálculo resistente y detallado de aquellas estructuras que el paso anterior haya determinado que se encuentran en estado crítico, sometiéndolas a un sismo extremo incluso mayor al ocurrido en Chile en cuanto a aceleraciones críticas y aspectos de diseño, para proceder a hacer un proyecto de reforzamiento estructural que corrija las deficiencias actuales e incremente su capacidad sismorresistente.

La pregunta lógica es ¿cuánto costará y en qué tiempo se podrá realizar? La mayoría de estas instalaciones son responsabilidad del Estado a través de sus tres niveles de gobierno. Por ello, las más altas autoridades deberán dar las directivas de ejecución de los pasos 1 y 2 mencionados con profesionales especializados, para disponer y contratar la realización de los proyectos de reforzamiento.

El Gobierno nacional deberá proveer los recursos económicos en los ejercicios presupuestales para que ello se realice. Una primera estimación del costo para las instalaciones críticas de Lima y Callao oscilaría entre los US$ 1,500 millones a US$ 2,000 millones.

Esta cifra podría ser programada en tres ejercicios presupuestales en base a una lista priorizada de instalaciones, según su estado de criticidad. De todas formas, aún en el caso de ser esta cifra de US$ 2,000 millones, ella sería apenas el 2.8% del total potencial de las pérdidas, lo cual justifica ampliamente que no nos quedemos dormidos en el letargo de la indiferencia.

Las autoridades de todo nivel de gobierno y los lectores coincidirán en que no existe mayor riesgo que el descrito y que la pérdida de más de 50,000 vidas es algo que no debemos permitir que ocurra. La Constitución nos expresa como mandato en su primer artículo que: “El ser humano es el fin supremo de la sociedad y del Estado”… y ciertamente nada es más sagrado que preservar la vida de nuestros compatriotas.

Fuente: Revista Construcción e Industria

Por: Ing. Raúl Delgado Sayán

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